miércoles, noviembre 11, 2009

Delfín...

Este fin de semana también nos fuimos de pata de perro (o pata’e chucho como dirían en mi tierra). Resulta que se casó un hermano de una amiga que vive en Morelia y nos invitaron hace ya varios meses y como pretextos es lo único que nos falta para largarnos a donde sea, pues fuimos. Llegamos como a las 6 de la tarde directo al salón que era el mismo en donde hace ya algunos años se había casado otro hermano de esa misma amiga; ahí estaba ya otra pareja de amigos, los que se casaron el año pasado en Huetamo, boda en la que también estuvimos. La fiesta estuvo divertida y la comida estuvo buena: barbacoa de res, arroz y frijoles charros mmmm.
Después de la fiesta nos fuimos con la pareja de amigos que nos invitaron a quedarnos en su casa, porque la mía no tiene muebles, ahí estuvimos en el chisme un buen rato recordando viejos tiempos hasta ya entrada la madrugada que nos dormimos.

El domingo nos fuimos a Quiroga con ellos, llegando almorzamos en las carnitas típicas del lugar y después recorrimos el pueblo. Ya hacía un buen que yo no iba, creo que la última vez fui con mis hermanas cuando una de ellas todavía vivía en Morelia y la otra llegó de visita de Chiapas, de eso hace ya como unos 8 años y el pueblo todavía sigue igual, que es parte de su encanto porque está muy bonito y hay tanto que ver y tanto, tanto, taaaanto que comprar, pero tanto que ya estamos planeando un viaje en familia para poder ir de compras porque en autobús no podíamos traernos todo lo que nos gustó, entre artesanías, muebles, artículos de decoración y demás chucherías.

Regresando a Morelia nos despedimos de nuestros amigos, que como siempre se portaron de pelos con nosotros, y nos fuimos a caminar por la ciudad, recorrimos la Av. Madero de extremo a extremo, recordando y visitando los lugares que frecuentábamos cuando vivíamos allá y cuando nos conocimos; obvio que no podíamos perder la oportunidad de comernos una nieve de pasta y de no haber sido por las carnitas le habríamos llegado también a los gazpachos. Ya nos estábamos poniendo nostálgicos y preguntándonos porque no hacíamos el intento por regresar a vivir allá cuando de pronto vimos desfilar por la avenida decenas de camionetas plagadas de policías, y recordamos que la ciudad ya no es lo que era y que, tristemente, se está convirtiendo en un lugar bonito, hermoso, inigualable para ir a visitar pero no para vivir ahí, así que tomamos nuestro taxi y nos fuimos a la central para regresarnos a nuestro pueblo, tranquilo, perdido en el mapa, alejado de la civilización, pero relativamente seguro.

No hay comentarios.: