miércoles, abril 14, 2021

No estaba sólo

A mis 17 años ya había visto una película porno y ya tenía idea de cómo funcionaba aquello del sexo heterosexual. Teniendo un hermano mayor, ya había descubierto sus revistas y había confirmado, por mucho que me esforzara en negarlo, que eso no era lo mío.

El sexo homosexual, sin embargo, seguía siendo una incógnita, así como todo lo relacionado a ese mundo. Es extraño cómo siendo tan curioso, nunca se me había ocurrido pensar que, si había una industria porno heterosexual, debía haber una homosexual; hasta aquel día.

Ahí estaba ese sábado, en el único puesto de periódicos que había en la ciudad, atónito frente a lo que había descubierto. Medio escondida entre el Vanidades y la Kena, estaba una revista con un tipo de muy buenos bigotes, literal, en la portada; recostado en una hamaca cubriéndose el asunto con la misma hamaca. Mi mente voló, la revista estaba forrada en plástico por lo que no podía ver su interior, pero supuse que dentro debería haber más fotos del tipo, sin la hamaca.

Hasta ese día había satisfecho mi curiosidad de ver a otros hombres desnudos, espiando a mis vecinos. Esto fue después de que mi padre casi me descubre espiando a mi hermano mientras se bañaba. Uno de los vecinos vendía cervezas y todos los domingos se juntaba un puñado de hombres a tomar en su patio, era cuestión de tiempo para que la cerveza les hiciera efecto y al no haber un baño cerca, se hicieran pipí ahí al aire libre como animalitos. Cuando eso pasaba ahí estaba yo en la ventana, trepado en una silla viendo por arriba de la cortina. 

Curiosamente ambos vecinos tenían un baño en el patio sin puerta que usaban para bañarse, supongo que ninguno de los dos se imaginaba que alguien podría tener interés en espiarlos y les daba pereza meter el agua al baño que tenían dentro de sus casas. También acostumbraban bañarse todo los días casi a la misma hora, así que cuando la hora se aproximaba sólo tenía que estar atento y en cuanto escuchaba el sonido del agua, corría a treparme a mi silla. 

El show duró hasta que me descubrieron. El primero lo hizo una noche en que me arriesgué de más, en lugar de espiarlo desde la ventana me trepé a la barda, supongo que a pesar de la oscuridad pudo ver mi cabeza asomándose y aventó agua hacia donde yo estaba. Se me heló la sangre cuando enojado empezó a gritar “¿Qué estás viendo?” “vas a ver ahorita que le diga a tu papá”. Corrí a mi cuarto imaginando lo peor, pensando en lo que me esperaba, ya no tenía 7 años pero suponía que de otros golpes no me iba a escapar. Sin embargo, el tiempo pasó y el vecino nunca se apareció. La que entró fue mi hermana al poco rato. Comentó que ella estaba en la calle cuando llegó el vecino borracho, diciendo que quería hablar con mi papá; ella le dijo que mi papá no estaba, pues ya en otras ocasiones había ido a buscarlo borracho para pedirle dinero prestado, y él vecino se fue diciendo quien sabe cuanta cosa. Respiré aliviado y obviamente nunca más lo volví a espiar.

El segundo tenía la costumbre de, antes de acostarse, salir al patio a lavarse los dientes y después hacer del baño justo enfrente de la ventana del cuarto de mi hermana, siempre a la misma hora antes de que mi hermana estuviera en su cuarto. Sólo tenía que estar ahí atento con la luz apagada y en cuanto el vecino prendía la luz treparme a la silla. Un día olvidé que la luz estaba prendida y supongo que vio mi sombra en la cortina pues estaba haciendo del baño cuando se detuvo y se metió a apagar la luz, volvió a salir y siguió haciendo del baño pero acercándose a la ventana. Asustado me bajé de la silla, apagué la luz y corrí a mi cuarto. No pasó nada. Al día siguiente a la misma hora salió el vecino, prendió la luz hizo su rutina, pero antes de hacer del baño entró y apago la luz, ya no pude ver nada. A los pocos días también cambió su rutina al bañarse, ahora lo hacía en cuclillas y ponía una tina en la puerta para taparse, y al salir lo hacía cubierto con una toalla. Se había acabado la función.

Pues ahí estaba yo ese día viendo esa revista, hipnotizado, incrédulo de que pudiera existir algo así. Compré la revista que buscaba y me fui a casa intranquilo, pensando en lo que se escondía debajo de esa hamaca y atizaba mi curiosidad. Apenas pude dormir pensando que necesitaba tener esa revista.
Así que al día siguiente volví, por fortuna mi hermano había dejado sus ahorros debajo del colchón y de ahí tomé para comprarla. La revista seguía ahí, estuve un buen rato dando vueltas en el espacio de 1.5 x 1.5 que medía el local, bajo la mirada impaciente de la doñita que ya me conocía, pues por mucho tiempo había ido semana a semana a comprar el periódico para mi tío, el Teleguía y las revistas de chistes picantes que llevaba a la secundaria. Ahora me veía ahí con sospecha justificada, dando vueltas; imagino que pensando que me quería robar algo. Hasta que me armé de valor, tomé la revista y se la pagué, para mi sorpresa ni se inmutó; no sé si fue porque no sabía el contenido de lo que estaba comprando o porque ya se había dado cuenta de mi “condición” (siempre había querido usar expresión). Escondí la revisa en mi mochila y me fui de prisa a casa.

La revista era bastante más explícita de lo que me había imaginado, dentro sí había fotos del tipo sin la hamaca cubriéndole el asunto, además de fotos de otros hombres presumiendo sin pena y sin pudor su virilidad. Mi curiosidad en lugar de satisfacerse creció y quise ver más ejemplares de la revista. Volví  a la semana siguiente a buscarla pero no la encontré, volví a la siguiente y tampoco estaba. Como me daba pena preguntarle a la doñita por la revista directamente, un día escribí en un papel el nombre de la revista, junto al nombre del ingeniero que nos daba matemáticas y le dije que iba de parte de ese ingeniero a preguntar por esa revista (ya sé!). Ella me dijo que no la conocía, pero que los martes le surtían y que podía ir ese día a ver si llegaba.

Fui por varios martes sin encontrarla, hasta que un día encontré otra, el nombre era diferente pero el contenido muy similar. Ésta aparte de las fotos en solitario traía fotos de parejas “haciéndolo”, mi inocencia se perdió. Después de gastar una buena parte de los ahorros de mi hermano en revistas, ya no fueron suficientes para satisfacer mi curiosidad y se me ocurrió que podía haber películas. Fui al videoclub  del que mi hermano era socio (que viejo estoy!) pero no encontré ninguna película de ese género. Así que renté de las "normales", finalmente en esas películas también salían hombres y bastaba con no prestar atención a las mujeres. 

Eso se convirtió en mi adicción, volví a fantasear con conocidos, con desconocidos de los que averiguaba el nombre, con compañeros de la escuela, con maestros; y todos los sábados rentaba una película que devolvía el domingo por la tarde. Me convencí de que si todo se quedaba en la fantasía no pasaba nada, esto no era como aquello de jugar a no ser yo, no estaba haciendo nada malo.

En una de las revistas que compré había una sección llamada “contactos” en donde se anunciaban hombres deseando conocer a otros hombres, ahí descubrí que había muchos más como yo, ahí me planteé por primera vez que quizá podría conocer a alguien que sintiera lo mismo que yo, que quizá podría ilusionarme y enamorarme como cualquier persona normal, pronto descubriría que aquello no iba a ser tan sencillo, pero ese día sentí que, no estaba sólo.