miércoles, octubre 13, 2021

ME IRIA A VIVIR SOLO, COMPLETAMENTE SOLO

Con el paso de los meses las aguas se calmaron y la señora tuvo que tomar el timón del barco. Como yo ya había trabajado a sus órdenes directas no me costó mucho acoplarme y contar de nuevo con su confianza. Empezó a tomar cursos de dirección y liderazgo, lo que me hizo entenderla un poco como la mujer que vivió toda su vida a la sombra de su marido, quien siempre la demeritó y la hizo sentir menos. 

El junior parecía niño con juguete nuevo tratando de poner en práctica lo que había aprendido en la universidad, en su empresa recién heredada sin saber en realidad lo que estaba haciendo. Para mi él era el responsable de la muerte de su papá pues nadie me quitaba de la cabeza que, si él no hubiera ido manejando ese día, probablemente la historia sería diferente. Desde un inicio me encargué de dejarle en claro con mi actitud que jamás lo vería como jefe,  y al parecer él así lo entendió pues en mi área no se metió. La familia así como llegó empezó a alejarse y todos retomamos las actividades que teníamos, únicamente con la supervisión de los amigos del Junior que ésos sí se quedaron. 

Yo iba avanzando en mis clases de inglés sin embargo llegó un punto en que ya no se iba a abrir el curso siguiente en forma diaria, por lo que le solicité a la señora me permitiera los sábados trabajar en las tardes en lugar de las mañanas. Estaba tan entusiasmada y se veía tan identificada con mis ganas de seguirme superando que aceptó el cambio, empezaría a trabajar los sábados de 2 a 7 de la tarde.

Mi relación con Adriana fue mejorando inversamente proporcional a mi relación con Claudia, con quien cada vez tenía más problemas. Prácticamente una vez a la semana se peleaba con el marido y trataba de ponerme en medio, yo tratando de no tomar partido me mantenía al margen hasta un punto en que la relación se volvió insoportable y tuve que ponerle un alto. Terminamos peleándonos y al recordarme que estaba viviendo en SU casa supe que era hora de irme de ahí, aunque apenas habían pasado 5 meses de estar viviendo juntos.

Mi sobrino nuevo ya había nacido y sabía que volver a casa de mi hermana era impensable por lo que con el apoyo moral de Adriana y con mi “ingreso extra” decidí buscar un lugar por mi cuenta. Empecé a buscar lugares en el periódico y a la hora de la comida iba con Adriana a verlos. Un día me comentó que álguien le había dicho había un letrero de “Se renta” en un lugar muy cercano a la oficina, por lo que fuimos a verlo.

Al llegar noté que el lugar no me era desconocido, ya había pasado muchas veces por ahí y siempre volteaba a verlo por el letrero que había en la planta baja que llamaba mi atención “Club cinegético de Morelia”, siempre me había preguntado qué significaba eso. El lugar en renta estaba en el segundo piso, era un tipo estudio con espacio de recámara-sala-comedor con un espacio para la cocina y un pequeño recibidor. Estaba un poco descuidado y sólo tenía medio baño, el de regadera estaba en la planta baja. La ventaja es que estaba a escasas cuadras de la oficina y del centro, a mis clases de inglés también podía llegar caminando, además de que la renta la podía pagar sin problemas. Pensé que con un poco de pintura y amueblado el lugar no quedaría tan mal, por lo que hice el contrato para rentarlo. Ya podía darlo por hecho, el 15 de Agosto me iría a vivir solo, completamente solo.

jueves, octubre 07, 2021

HABIA MUERTO MI LEALTAD A LA EMPRESA

El día del sepelio parecía que los que se acababan de quedar huérfanos éramos algunos de la oficina, pues estábamos más afectados que la propia familia. Por mi parte no podía dejar de pensar en esa mañana, esa mañana que al salir de mis clases de inglés me llegó de repente el aroma de la loción que usaba del señor, no podía dejar de pensar que quizá justo a esa hora estaba sucediendo el accidente. No podía dejar de pensar en la noche anterior, en la última conversación que tuvimos, en que si no me hubiese regresado a contestar el teléfono no habría hablado con él por última vez. No podía dejar de pensar en que cuando al salir les dije a los compañeros que al día siguiente el señor no iba a estar en la oficina pues se iba al DF con sus hijos, alguien comentó “ánimas que no regrese” en tono de broma sarcástica y todos, incluído yo, nos reímos.
Desde el funeral y el sepelio, al ver a la señora y a los hijos tan relajados, supuse que las cosas en el trabajo iban a cambiar, pero no creí que tan pronto. A los pocos días la oficina se llenó de los familiares de la señora y los amigos del Junior, quienes empezaron a disponer de todo, a cambiar todo, como si quisieran borrar, desaparecer todo lo que recordara al señor. 
A los más cercanos al señor empezaron a relegarnos, a quitarnos actividades. La señora llevó a su cuñado para supervisar las tiendas, lo que hacía Fernando, y a su hermana a revisar las compras y los convenios con los proveedores, lo que hacía Sonia. El Junior llevó a su novia para revisar la nómina y los pagos, lo que hacía yo, y a su cuñada a revisar inventarios, lo que hacía Claudia. También me quitaron la parte de la imagen empresarial que estaba empezando a trabajar con el señor y se la dieron a una compañera del Junior. 
Lo triste es que como ninguno de ellos estaba empapado de todo el movimiento de la empresa, ni siquiera la señora y el junior,  nos preguntaban todo a nosotros. Lo más triste es que el sueldo que les dieron a  todas esas personas era mucho, mucho más alto que el de todos los demás. Al poco tiempo todo se empezó a descontrolar, aquello parecía un pulpo sin cabeza, todos los tentáculos moviéndose por inercia sin que alguien los dirigiera.
Yo me sentía devastado, a la incomodidad de esta nueva realidad en el trabajo se sumaba la pérdida que me había afectado de manera personal más de lo que alguna vez pude haber imaginado. Empecé a cuestionar mi futuro, me empezó a entrar una ansiedad pensando en la muerte, en mi muerte, y un miedo incontrolable de que para ese momento me encontrara solo; pues ya me había separado, físicamente, de mi familia y aun no encontraba el verdadero amor, ese que me acompañaría hasta el final de mis días.
Como siempre en mi practicidad lo que decidí resolver primero fue la parte económica y, como buen pescador, saqué ganancias del río revuelto. Volví a esa práctica ya dejada en el pasado de alterar los recibos de nómina y empezar a hacer mi guardadito. Mi futuro en la empresa se había vuelto incierto, no sabía en qué momento iban a decidir que ya no les era útil, estaba consciente de que se habían acabado los generosos aumentos anuales y el mismo día en que falleció el “pinche viejo mamón” que me había contratado 3 años antes, había muerto mi lealtad a la empresa.

miércoles, septiembre 22, 2021

INTERMEDIO

Y volvió a pasar. Ya son días con esta sensación extraña y a la vez tan conocida. Esta sensación de añoranza, de nostalgia, de tristeza. Ya debería estar acostumbrado pues al llegar el otoño, mi estación favorita BTW, llega también este sentimiento de incertidumbre, esta sensación de que algo me falta y que nunca lo tendré.

En esta época en que los días empiezan a acortarse y el aire a enfriarse, es ya casi inevitable que empiece a recordar mis otoños pasados, tengo tantos buenos recuerdos de otoños pasados.

Y como siempre pasa cuando empiezo a recordar, me surge esta angustia, esta desesperación, esta ansiedad por querer volver a vivir esos momentos, por querer volver a estar en esos lugares, en esas situaciones y volver a sentir lo que estaba sintiendo, lo que aun recuerdo.

Termino recurriendo a la música. Dicen, y con sobrada razón, que la música es lo más parecido a una máquina del tiempo. Y es que a mi siempre me funciona. Escucho una canción y se me empiezan a remover todas las emociones que tengo inconscientemente asociadas a esa canción. 

Ayer me dormí con esta canción dándome vueltas en la cabeza, por lo que hoy muy temprano me fui a Youtube a buscarla. Bendita internet, hace no tantos años a las angustias de mis recuerdos les habría tenido que sumar la desesperación de buscar CD por CD dónde encontrar la canción que mi mente está tocando.

La empecé a escuchar y a menos de la mitad empezaron a brotar las lágrimas. Antes me enojaba conmigo mismo por cosas como ésta, me reprochaba mi tristeza y melancolía diciéndome que no tenía razones, que no había motivos para sentirme así. Poco a poco me he ido cansando, he ido aceptando que estos sentimientos son parte de mi, de mi personalidad, de mi esencia. Por mucho que todo vaya bien, por mucho que me sienta seguro, amado, bendecido, siempre exisitirá ese dejo de tristeza, de añoranza, de melancolía acurrucado en alguna parte de mi interior, esperando escuchar una canción para poder asomarse.

Es rara la afición que tengo por la música de los ochentas, yo nacía cuando los setentas agonizaban por lo que en la década de los ochentas aun era un niño. Cuando toda esta música estaba de moda yo aun no decidía por mí mismo lo que quería escuchar. No puedo decir que estas canciones me recuerdan a mis amigos de la prepa, mi primer amor, las tardeadas de la secundaria o alguna otra cosa memorable. Yo empecé a descubrir toda esta música a mediados de los noventas e inicios de los dos miles. 

Quizá de ahí es de donde viene la afición, y de ahí también la añoranza, la melancolía. De este sentimiento que he tenido siempre que esta vida que estoy viviendo no es la mía, por mucho que la haya vivido ya. Mi añoranza es por una época que no viví, por una vida que no disfruté, por unos recuerdos que no construí. Mi añoranza es por esta sensación de sentirme ajeno a mi, por esta sensación de sentirme como un espectador de mi propia vida, por este arrepentimiento de todo lo que dejé de hacer, por este deseo de que las cosas hubieran sido diferentes con mi familia, con mi educación, con mi crecimiento.

Es curioso como, mientras escucho esta canción, me voy dando cuenta de que inconscientemente me la estoy cantando a mi.

Who's gonna pick you up
When you fall?

Y es que siempre me he sentido solo, siempre me he sentido abandonado. Y es una sensación que no la cura ninguna compañía, es una sensación que viene desde el interior, desde mi pasado, desde mi temprana infancia. Es el hecho de que aun no acepto que así fueron las cosas y que ya no hay nada que pueda hacer para cambiarlas.

You can't go on
Thinking nothing's wrong

Siguen brotando las lágrimas mientras se acaba la canción y por el momento va pasando la melancolía, se va alejando la añoranza.

Who's gonna tell you when 
It's too late?

Sé que aun tengo mucho que perdonarme, sé que por muy doloroso que sea tengo que resignarme, tengo que entender que lo que no viví no hay manera de que pueda vivirlo ya. Sé que tengo que encontrar la forma de empezar final y contundentemente a disfrutar mi presente, a empezar a vivir lo poco que me queda en lugar de lamentarme por lo mucho que no viví.

Who's gonna drive you home
Tonight?




lunes, septiembre 20, 2021

DE PRONTO SE PINTÓ DE NEGRO

Ese día me levanté temprano para ir a mi clase de inglés, me sentía algo inquieto y entusiasmado. El día anterior me había llamado el señor justo antes de salir de trabajar. Ese miércoles íbamos a despedir a un chavo de una de las sucursales, al señor siempre le gustaba revisar el cálculo que yo hacía de las liquidaciones para constatar que no me pasara de generoso, siempre me decía “Como no es tu dinero te encanta regalarlo”. 
El señor me llamó para decirme que no íba a llegar, había ido al rancho y se le había hecho tarde. Lo del despido lo íbamos a tener que posponer pues al día siguiente, ese miércoles, él y sus tres hijos viajarían al DF, íba a tramitar la visa de su hija y su hijo que eran menores de edad, y a renovar la del mayor pues tenían planeado un viaje a Estados Unidos. El señor en su llamada me dijo que me había mandado algo con Fer, que si no me lo entregaba se lo pidiera. No me dijo que era y la expectativa, como siempre pasaba cuando algo me producía expectativas, apenas y me dejó dormir.
Salí de mi clase de inglés, era una mañana agradable soleada pero fresca; una típica mañana de abril, justo antes de que empezaran los calores bochornosos de mayo. Decidí caminar por “la Madero” para llegar al trabajo. Iba disfrutando de la mañana y del paseo matutino cuando percibí un olor familiar, traté de identificarlo y me di cuenta que era el olor de la loción que usaba el señor. Volteé a todos lados para ver quién podía usar la misma loción, pero tan temprano la avenida aun estaba sola. Pensé que a esa hora el señor y sus hijos ya irían camino al DF. Sonreí sin darle más importancia al asunto y continué mi caminata.
Llegué a la oficina, la única que ya había llegado era la secretaria pues como venía de lejos siempre llegaba más temprano que el resto. Me hice mi café como de costumbre para comerme las galletas integrales que me había comprado en el camino y me dispuse a empezar mis labores del día.
Poco a poco fueron llegando los compañeros y al fin llegó Fer, subió a mi oficina y me entregó una caja, lo que me había mandado el señor era un escáner. Había empezado a trabajar en un proyecto para crear una imagen institucional para la empresa. Ya había convencido al señor de comprar playeras para uniformar a todo el personal de las tiendas y de la oficina, ahora había empezado a hacer gafetes. Le dije que necesitaba un escáner para digitalizar las fotos, las cámaras digitales entonces eran carísimas y prácticamente inaccesibles. 
A él todo aquello le parecían tonterías, de primera me dijo que no; pero en ese momento me di cuenta que mi insistencia había cosechado frutos. Pensé que si lo había podido convencer de eso, era cuestión de tiempo para convencerlo de que me contratara el Internet. Ya lo había convencido de que me cambiara la PC por una con un monitor a color, ya lo había convencido de que me comprara una impresora a color, ahora ya me había comprado el escáner. De verdad estaba empezando a creer que me veía como a un hijo, al menos me consentía como a uno.
Toda la mañana se me fue en instalar el escáner y en averiguar cómo es que funcionaba. Casi al medio día estaba con Claudia en mi oficina platicando cuando escuchamos sonar el teléfono, supusimos que era el Señor reportándose con su secretaria como lo hacía siempre que salía de viaje. De pronto empezamos a escuchar gritos, los gritos se hacían más fuertes y venían acompañados de llanto y lamentos. Claudia y yo bajamos corriendo las escaleras a la oficina del señor, en donde su secretaría había tomado la llamada, ahí estaba su secretaria con Fer, los dos pálidos, ella llorando a mares y él ya con los ojos rojos.
Como pudieron nos dijeron que la llamada había sido de la señora, que les había dicho que el señor había tenido un accidente en la carretera. Él y su hija habían muerto instantáneamente, sus dos hijos estaban golpeados pero ilesos. No puedo describir lo que sentí, nunca antes había sentido algo igual, nunca he vuelto a sentir algo igual. El mundo, mi mundo se derrumbó. Ese día, ese miércoles que había empezado tan bien, ese día típico soleado y fresco de abril, de pronto se pintó de negro.

lunes, septiembre 13, 2021

NO AHORA QUE AUN LOS NECESITABA

La casa estaba céntrica y tenía dos plantas, abajo estaba la cocina, la sala y el comedor y arriba las recámaras. A mis clases de inglés podía llegar caminando y cuando no me ganara la flojera podría caminar de ahí al trabajo, iba a ahorrar mucho en pasajes. Como Humberto, el esposo de Claudia, no estaba trabajando él cocinaría; Claudia y yo llegábamos a comer todo los días, nos hicimos aun más cercanos. Después de comer yo me iba a mi cuarto a dormir la siesta y ellos se encerraban en el suyo. 

Esa semana Adriana se enteró de que estaba viviendo con Claudia y trató de hacerme algún comentario, pero antes de que lo intentara la paré en seco. Me sorprendió que en lugar de hacerse la ofendida, como acostumbraba, me invitara al cine. Ese sábado sería mi cumpleaños y estaban re-estrenando en cines “El exorcista”; me mostré renuente pero me dijo que era una salida de amigos; como yo sí quería ver la película en pantalla gigante y no comulgaba con la idea de ir sólo al cine, acepté su invitación.

Ese sábado desayunamos todos juntos en la oficina para celebrar mi cumpleaños, llevaron tamales y atole. La sorpresa del día fue que el señor llegó cuando estábamos desayunando y cuando le dijeron que era para celebrar mi cumpleaños, en lugar de molestarse y decirnos que nos fuéramos a trabajar como acostumbraba, me felicitó. Todos empezaron con la burla de siempre de que me había felicitado “mi papá”. La sorpresa fue aún más grande cuando en la tarde su secretaria me dijo que había mandado comprar pollos asados para que comiéramos en la oficina, en honor a mi cumpleaños. Estábamos comiendo cuando él pasó a despedirse, dijo que tenía que irse al rancho. Me entregó una botella de whisky como regalo y ante las bromas de los compañeros me dio un abrazo de cumpleaños. Viniendo de él tanto detalle, no podía sentirme más especial.

Terminando de comer fui al cine con Adriana, no la pasamos mal pero prácticamente no hablamos, fue una sensación rara, demasiado familiar y a la vez demasiado lejana. Después de la película la acompañé a su casa, a la esquina, no quise llegar hasta su casa. Me dijo que debíamos hacerlo de nuevo, como amigos. Le dije que lo haríamos.

Al día siguiente mis roomies y yo hicimos tamales y galletas para celebrar mi cumpleaños y también para probar si la estufa funcionaba, nos dimos cuenta de que no eramos tan malos para la cocina.

Después de nuestra ida al cine Adriana y yo empezamos a salir con frecuencia, los sábados íbamos al cine o a caminar al centro y eventualmente volví a su casa, esta vez como su amigo. Su mamá me aceptó a la primera, a su hermano le dio gusto el volver a verme, yo también estaba feliz de verlos. Su papá y sus hermanos me veían con recelo, pero no importaba, así lo habían hecho siempre.

A Claudia no le parecía mi acercamiento con Adriana, me comentaba cosas de ella. Por salud mental opté por no hablar de una con la otra y viceversa. Con el paso de los días empecé a darme cuenta de que Claudia no mentía, en muchas ocasiones al llegar de trabajar nos encontrábamos a Humberto y a su amigo de la infancia en la casa, tomando y escuchando música. Ella molesta muchas veces se iba directo a su cuarto sin cenar, yo a veces me quedaba con ellos platicando, pero como al siguiente día me tenía que levantar temprano para irme a clase me iba a dormir y se quedaban ellos solos hasta entrada la madrugada.

Empecé a darme cuenta de que Claudia me estaba utilizando, se estaba refugiando en nuestra amistad para huir de los problemas en su matrimonio; me celaba demasiado y quería que yo tomara partido por ella en la relación con su marido, yo traté siempre de mantenerme al margen.

No quería pensar que el irme a vivir con ellos había sido una mala idea, no quería pensar que me había equivocado, que me había precipitado; no ahora que ya hasta había adoptado un gato, no ahora que aun los necesitaba.

lunes, septiembre 06, 2021

ME PODÍA FALTAR CUALQUIER COSA, MENOS ESO

Llegó marzo, el mes de mi cumpleaños. Me sentía un poco más animado, me iba bien en el trabajo, me iba bien en mis clases de Inglés, se podría decir que estaba haciendo algo con mi vida, aunque me inquietaba que los resultados no fueran inmediatos. El lado sentimental lo había pausado por el momento. Daniel había desaparecido de nuevo y cansado de tantas desilusiones, había desistido de la búsqueda de alguien más. Con todo y que, ahora con esa nueva cosa llamada “internet”, era más fácil. Ya había abierto una cuenta de correo y una vez a la semana iba a un ciber café a revisarla. 

Había encontrado páginas de chats y de contactos donde se podía publicar anuncios para conocer gente, y también se podía chatear en vivo. Como nunca había sido bueno para entablar conversaciones con desconocidos, o con conocidos; el chat se me complicaba esperando a que alguien diera el primer paso y me saludara. Había publicado también uno que otro anuncio, pero todos pedían foto a la primera y con mis inseguridades acerca de mi físico y mi persona eso tampoco se me facilitaba. Me conformaba con ir al ciber a bajar porno, lo malo es que en un disquete apenas y cabían unas cuantas fotos y ni soñar que cupiera un video.  

Mis romances habían pasado a ser platónicos. En el trabajo y en la escuela de inglés había candidatos por lo que yo sentía algo, en estos tiempos diría que eran mi “crush”. Tristemente para mi todos tenían en común que eran heterosexuales. Del que más me acuerdo es de “Adrián” un hermoso osito panzón, barbón y bigotón que era técnico y se encargaba de revisar y reparar los laboratorios fotográficos. Era de los pocos que se me acercaba y me hacía la plática en el trabajo. Presiento que él sabía que me gustaba y de cierto modo se aprovechaba de eso, frecuentemente me pedía anticipos de su nómina y yo no le podía negar nada. Me pagaba el favor con su atención y trayendome puerquitos, un pan tradicional, cada vez que pasaba por Zinapécuaro.

En casa con la inminente llegada del bebé sentí que ya no había lugar para mi, y me planteé seriamente la posibilidad de buscar un lugar en renta, un lugar donde tener privacidad, un lugar en donde pudiera recibir visitas. Creía que así tendría más confianza, y podría conocer más gente. Un día lo platiqué con Claudia y entusiasmada me dijo que me fuera a vivir con ellos, la casa donde vivían era de dos recámaras y tenían una disponible. La idea no me pareció descabellada, me llevaba muy bien con ella y su marido, la casa estaba céntrica aunque en un vecindario con mala fama, igual era una forma de empezar. Claudia me invitó a comer para que viera la casa y lo platicáramos con su marido, él estuvo más entusiasmado que nosotros dos con la idea, por lo que acepté. Ahora sólo era cosa de decírselo a Lis.

Hablé con Lis y supongo en parte pensando igual que yo, que ya era hora de que me fuera, no me dijo que no lo hiciera; empecé a planear mi mudanza. No tenía mucho que llevarme, nada más que mi ropa y mi TV Ah! y mis discos. Empecé por comprar mi cama y un mueble para la ropa. Hablé con mi hermana mayor y le dije que me vendiera la estufa que tenían en la casa donde vivíamos antes, como supuestamente iban a remodelar la casa supuse que no necesitarían los muebles. 

Al pensar cómo llevarme las cosas se me ocurrió buscar a Daniel, recordé que en ocasiones había ido a visitarme en una camioneta y además era el pretexto perfecto para volver a verlo. Le llamé y aceptó. Quedamos para ese sábado. Ese día pasó por mis cosas, después fuimos por la estufa, ya estando ahí me lleve también unos bancos de cocina y unos burós; me di cuenta que a pesar del tiempo que había pasado no habían remodelado ni arreglado nada, lo que hizo darme cuenta de que lo que no querían es que nosotros siguiéramos en la casa, me sentí decepcionado. Daniel fue tan amable como siempre, me ayudó a subir las cosas y después a bajarlas pero sólo me dejó en mi nueva morada y se fué, dijo que tenía un compromiso.

Así, ese 3 de marzo de 2001 empecé a vivir en la Colonia Obrera. En esos pocos años ya había vivido en Lomas del Tecnológico y en Lomas del Valle. Ese primer domingo en mi nueva casa fui con mis “roomies” al mercado y al super para comprar la despensa de la semana. No negaré que me agradaba el cambio y me entusiasmaba esta nueva dinámica. Lo primero que hice al terminar de instalarme fue ir a contratar la TV por cable, me podía faltar cualquier cosa menos eso. 


lunes, agosto 30, 2021

TODO LO DEMÁS ERA LO DE MENOS, O ESO QUERÍA CREER.

El inicio de milenio, que a todos les había traído alegría y expectativa de cosas buenas, yo lo recibía con tristeza, depresión e incertidumbre.  Las cosas no estaban saliendo tan bien, no estaban siendo tan sencillas como yo había creído serían. Siendo realistas apenas habían pasado tres años desde el inicio de esta nueva vida; pero, con mi naturaleza ansiosa y desesperada, yo ya quería tener el futuro resuelto. En muchas ocasiones en la combi de camino a casa, con los audífonos de mi discman puestos, escuchando a mis recientes descubrimientos: Garbage, Cranberries, Rod Steward, Bryan Adams, Journey y mis compilados de baladas en ingles; me preguntaba si en algún momento en el futuro recordaría con añoranza todo lo que estaba viviendo, toda la mala racha que estaba pasando; así como en ese momento recordaba mi adolescencia, la secundaria, la prepa; y pensaba que todo tiempo pasado había sido mejor. Con el tiempo pude constatar que en efecto, así fue.

Mi cuñado había renunciado a su trabajo y se le estaba complicando encontrar otro. Mientras había aceptado manejar un taxi. Ahora estaba en casa todos los días. Dejé de ir a comer con frecuencia sólo para no encontrármelo. No habíamos tenido otro incidente, pero a mi no se me olvidaba lo que me había dicho, aunque tratara de disimular que sí. Estar en su casa era extraño, había algo que a mi orgullo no le parecía, constantemente me repetía que ahora estaba en su territorio, que tenía que obedecer sus reglas; tampoco es que en algún momento me hayan puesto alguna. Lo malo es que extrañaba comer con mi hermana y ver a mi sobrino, a sus casi 4 años cumplidos ya veía con él la novela de niños de las cuatro. 

Claudia, con todo y su reciente boda, me contaba que empezaba a tener problemas con su marido, a quien por cierto ya habían despedido. Al señor nunca le terminó por simpatizar y aprovechó cualquier pretexto para despacharlo. Claudia me decía que su marido prefería trasnocharse tomando con un amigo suyo de la infancia, con quien recientemente se había reencontrado, que pasar tiempo con ella. Yo, que desde lo conocí con solo verlo supe de su homosexualidad, era incapaz de decirle que probablemente ese era el motivo. Aunque presentía que ella también lo sabía. 

Adriana se había empezado a acercar a mí nuevamente, ahora como amigos. Constantemente me llevaba cosas y me buscaba para platicar; yo, hermético como un tupper, apenas y le contestaba. Aunado a esto acababa de entrar a trabajar una chica que se hizo amiga de Claudia, Ana. Como Claudia y Adriana nunca se habían llevado muy bien; Claudia insistía en emparejarme con Ana y alejarme de Adriana. Yo no tenía interés alguno en ninguna de las dos, pero me halagaba el interés de ambas.

Aunque también había cosas buenas, cuando llegó el tiempo de revisar los sueldos, conseguí nuevamente un buen aumento. No sin antes aguantar la letanía del señor, quien nuevamente me dijo que me daría más responsabilidades y que eso lo tenía que desquitar. Recién había contratado de medio tiempo a una pasante de abogado, Alma; quien después de terminar sus prácticas profesionales, se quedó para revisar contratos y supervisar despidos, la actividad favorita del señor. El plan era que ella y yo hiciéramos equipo; ella vería los temas legales, yo el cálculo de finiquitos y prestaciones. Alma y yo desde un principio tuvimos diferencias, se hizo amiga de Adriana y al conocer nuestra historia, o al menos la versión que ella le contó, tomó partido por ella. Alma sabía que yo no tenía una carrera universitaria y a menudo me decía que no merecía ni el puesto, ni la confianza que el señor me tenía; yo le decía que me tenía envidia y que si ella era tan buena, debía buscarse un trabajo de verdad, no uno en el que hacía como que trabajaba. 

Los problemas de el señor con su familia eran cada vez más evidentes. Su hijo mayor estaba por terminar la universidad y quería involucrarse en el negocio, pero él no se lo permitía. En varias ocasiones le gritó su ineptitud frente a todos, saliendo su madre al quite, quien también terminaba gritada. Entre eso y sus constantes aventuras de dominio público con las empleadas, se rumoreaba que entre ellos se empezaba a mencionar la palabra divorcio. 

Una ocasión en que yo salí tarde me lo encontré en su oficina tomando un trago con Fernando, su sobrino hijo de su hermana. Fernando era buena onda, ya que llegabas a conocerlo; el señor le tenía mucha confianza y para muchas cosas era su mano derecha. Por esta razón en ocasiones Fernando podía parecer medio mamón o presumido. Por eso y por el hecho de que era muy, muuy, muuuuuy guapo, se sabía gustado por muchas; de hecho Adriana después de que terminamos se acercó a él para darme celos y lo consiguió, cuando los veía platicando sentía muchos celos, pero no de él, de ella.

Yo no le hablaba más que lo necesario pero tampoco es que nos lleváramos mal; si no le hablaba era por lo mismo que no le hablaba a la mayoría de mis compañeros hombres, por el temor de que notaran algo en mi que me delatara y todo el mundo supiera que era gay, me corrieran del trabajo, mi familia se enterara y me corrieran de la casa, terminando solo, avergonzado y humillado viviendo abajo de un puente, para acabarla en ese tiempo en Morelia no es que hubiera muchos puentes.Esa noche al despedirme de ellos el señor me dijo si no quería un trago, después del aumento que recién me había autorizado me pareció una descortesía rechazarlo.

El señor le estaba platicando a Fernando los planes que tenía para el negocio. Quería abrir más sucursales y posteriormente dedicarse a la venta de franquicias. Recientemente había empezado a importar laboratorios fotográficos, los vendía aquí ofreciendo la instalación, los insumos y la asesoría técnica, no le iba nada mal con eso. Nos dijo que nosotros dos éramos de su máxima confianza; que quería que yo aprendiera a manejar para darme un carro de la empresa y empezara a salir a las sucursales a echarles un ojo y que a Fernando le quería encargar lo de este nuevo negocio. Con ya varias copas encima nos empezó a contar los problemas en su casa, con su esposa que no lo entendía y con sus hijos a los que él no entendía, en un momento nos dijo que ojalá su hijo fuera como nosotros. Supuse que era el whisky lo que hablaba, pero no puedo negar que me halagó el comentario.

Estuvimos echándonos unos tragos hasta casi la madrugada, cuando vio su reloj y nos dijo que, aunque no quería llegar a su casa, ya era hora de irse a descansar. Fernando se ofreció a llevarme a mi casa, vivíamos por el rumbo. Mientras íbamos a casa y me comentaba lo mal que veía la situación de su tío con su familia, yo no podía dejar de reparar en el hecho de que estaba a su lado, solos, de madrugada. En alguna ocasión ya había fantaseado estar con él en una situación similar, sólo que en mi fantasía por alguna extraña razón Fer me sugería que nos perdiéramos el asco, cosa que no estaba pasando. De pronto se detuvo en una Farmacia Guadalajara y me dijo -aguántame-, por un momento tuve la ilusa esperanza de que mi fantasía se haría realidad, pero mi esperanza se desvaneció cuando lo vi regresar con cigarros y no con condones. Me tuve que conformar con fumar junto a él y no fumármelo a él. 

Al día siguiente, con cruda y dolor de cabeza, llegué a trabajar; el señor ya estaba en su oficina, igual de gruñón que siempre. Me respondió el saludo echando la cabeza hacia arriba como acostumbraba. Desde ese día lo empecé a ver diferente, como que mi aversión se empezó a convertir en admiración y mi desprecio en respeto. Finalmente me sentí agradecido por que, a pesar de todo lo demás, tenía un buen trabajo y pensé que eso era lo importante; teniendo un buen trabajo, teniendo un buen sueldo, todo lo demás era lo de menos, o eso quería creer.