miércoles, septiembre 22, 2021

INTERMEDIO

Y volvió a pasar. Ya son días con esta sensación extraña y a la vez tan conocida. Esta sensación de añoranza, de nostalgia, de tristeza. Ya debería estar acostumbrado pues al llegar el otoño, mi estación favorita BTW, llega también este sentimiento de incertidumbre, esta sensación de que algo me falta y que nunca lo tendré.

En esta época en que los días empiezan a acortarse y el aire a enfriarse, es ya casi inevitable que empiece a recordar mis otoños pasados, tengo tantos buenos recuerdos de otoños pasados.

Y como siempre pasa cuando empiezo a recordar, me surge esta angustia, esta desesperación, esta ansiedad por querer volver a vivir esos momentos, por querer volver a estar en esos lugares, en esas situaciones y volver a sentir lo que estaba sintiendo, lo que aun recuerdo.

Termino recurriendo a la música. Dicen, y con sobrada razón, que la música es lo más parecido a una máquina del tiempo. Y es que a mi siempre me funciona. Escucho una canción y se me empiezan a remover todas las emociones que tengo inconscientemente asociadas a esa canción. 

Ayer me dormí con esta canción dándome vueltas en la cabeza, por lo que hoy muy temprano me fui a Youtube a buscarla. Bendita internet, hace no tantos años a las angustias de mis recuerdos les habría tenido que sumar la desesperación de buscar CD por CD dónde encontrar la canción que mi mente está tocando.

La empecé a escuchar y a menos de la mitad empezaron a brotar las lágrimas. Antes me enojaba conmigo mismo por cosas como ésta, me reprochaba mi tristeza y melancolía diciéndome que no tenía razones, que no había motivos para sentirme así. Poco a poco me he ido cansando, he ido aceptando que estos sentimientos son parte de mi, de mi personalidad, de mi esencia. Por mucho que todo vaya bien, por mucho que me sienta seguro, amado, bendecido, siempre exisitirá ese dejo de tristeza, de añoranza, de melancolía acurrucado en alguna parte de mi interior, esperando escuchar una canción para poder asomarse.

Es rara la afición que tengo por la música de los ochentas, yo nacía cuando los setentas agonizaban por lo que en la década de los ochentas aun era un niño. Cuando toda esta música estaba de moda yo aun no decidía por mí mismo lo que quería escuchar. No puedo decir que estas canciones me recuerdan a mis amigos de la prepa, mi primer amor, las tardeadas de la secundaria o alguna otra cosa memorable. Yo empecé a descubrir toda esta música a mediados de los noventas e inicios de los dos miles. 

Quizá de ahí es de donde viene la afición, y de ahí también la añoranza, la melancolía. De este sentimiento que he tenido siempre que esta vida que estoy viviendo no es la mía, por mucho que la haya vivido ya. Mi añoranza es por una época que no viví, por una vida que no disfruté, por unos recuerdos que no construí. Mi añoranza es por esta sensación de sentirme ajeno a mi, por esta sensación de sentirme como un espectador de mi propia vida, por este arrepentimiento de todo lo que dejé de hacer, por este deseo de que las cosas hubieran sido diferentes con mi familia, con mi educación, con mi crecimiento.

Es curioso como, mientras escucho esta canción, me voy dando cuenta de que inconscientemente me la estoy cantando a mi.

Who's gonna pick you up
When you fall?

Y es que siempre me he sentido solo, siempre me he sentido abandonado. Y es una sensación que no la cura ninguna compañía, es una sensación que viene desde el interior, desde mi pasado, desde mi temprana infancia. Es el hecho de que aun no acepto que así fueron las cosas y que ya no hay nada que pueda hacer para cambiarlas.

You can't go on
Thinking nothing's wrong

Siguen brotando las lágrimas mientras se acaba la canción y por el momento va pasando la melancolía, se va alejando la añoranza.

Who's gonna tell you when 
It's too late?

Sé que aun tengo mucho que perdonarme, sé que por muy doloroso que sea tengo que resignarme, tengo que entender que lo que no viví no hay manera de que pueda vivirlo ya. Sé que tengo que encontrar la forma de empezar final y contundentemente a disfrutar mi presente, a empezar a vivir lo poco que me queda en lugar de lamentarme por lo mucho que no viví.

Who's gonna drive you home
Tonight?




lunes, septiembre 20, 2021

DE PRONTO SE PINTÓ DE NEGRO

Ese día me levanté temprano para ir a mi clase de inglés, me sentía algo inquieto y entusiasmado. El día anterior me había llamado el señor justo antes de salir de trabajar. Ese miércoles íbamos a despedir a un chavo de una de las sucursales, al señor siempre le gustaba revisar el cálculo que yo hacía de las liquidaciones para constatar que no me pasara de generoso, siempre me decía “Como no es tu dinero te encanta regalarlo”. 
El señor me llamó para decirme que no íba a llegar, había ido al rancho y se le había hecho tarde. Lo del despido lo íbamos a tener que posponer pues al día siguiente, ese miércoles, él y sus tres hijos viajarían al DF, íba a tramitar la visa de su hija y su hijo que eran menores de edad, y a renovar la del mayor pues tenían planeado un viaje a Estados Unidos. El señor en su llamada me dijo que me había mandado algo con Fer, que si no me lo entregaba se lo pidiera. No me dijo que era y la expectativa, como siempre pasaba cuando algo me producía expectativas, apenas y me dejó dormir.
Salí de mi clase de inglés, era una mañana agradable soleada pero fresca; una típica mañana de abril, justo antes de que empezaran los calores bochornosos de mayo. Decidí caminar por “la Madero” para llegar al trabajo. Iba disfrutando de la mañana y del paseo matutino cuando percibí un olor familiar, traté de identificarlo y me di cuenta que era el olor de la loción que usaba el señor. Volteé a todos lados para ver quién podía usar la misma loción, pero tan temprano la avenida aun estaba sola. Pensé que a esa hora el señor y sus hijos ya irían camino al DF. Sonreí sin darle más importancia al asunto y continué mi caminata.
Llegué a la oficina, la única que ya había llegado era la secretaria pues como venía de lejos siempre llegaba más temprano que el resto. Me hice mi café como de costumbre para comerme las galletas integrales que me había comprado en el camino y me dispuse a empezar mis labores del día.
Poco a poco fueron llegando los compañeros y al fin llegó Fer, subió a mi oficina y me entregó una caja, lo que me había mandado el señor era un escáner. Había empezado a trabajar en un proyecto para crear una imagen institucional para la empresa. Ya había convencido al señor de comprar playeras para uniformar a todo el personal de las tiendas y de la oficina, ahora había empezado a hacer gafetes. Le dije que necesitaba un escáner para digitalizar las fotos, las cámaras digitales entonces eran carísimas y prácticamente inaccesibles. 
A él todo aquello le parecían tonterías, de primera me dijo que no; pero en ese momento me di cuenta que mi insistencia había cosechado frutos. Pensé que si lo había podido convencer de eso, era cuestión de tiempo para convencerlo de que me contratara el Internet. Ya lo había convencido de que me cambiara la PC por una con un monitor a color, ya lo había convencido de que me comprara una impresora a color, ahora ya me había comprado el escáner. De verdad estaba empezando a creer que me veía como a un hijo, al menos me consentía como a uno.
Toda la mañana se me fue en instalar el escáner y en averiguar cómo es que funcionaba. Casi al medio día estaba con Claudia en mi oficina platicando cuando escuchamos sonar el teléfono, supusimos que era el Señor reportándose con su secretaria como lo hacía siempre que salía de viaje. De pronto empezamos a escuchar gritos, los gritos se hacían más fuertes y venían acompañados de llanto y lamentos. Claudia y yo bajamos corriendo las escaleras a la oficina del señor, en donde su secretaría había tomado la llamada, ahí estaba su secretaria con Fer, los dos pálidos, ella llorando a mares y él ya con los ojos rojos.
Como pudieron nos dijeron que la llamada había sido de la señora, que les había dicho que el señor había tenido un accidente en la carretera. Él y su hija habían muerto instantáneamente, sus dos hijos estaban golpeados pero ilesos. No puedo describir lo que sentí, nunca antes había sentido algo igual, nunca he vuelto a sentir algo igual. El mundo, mi mundo se derrumbó. Ese día, ese miércoles que había empezado tan bien, ese día típico soleado y fresco de abril, de pronto se pintó de negro.

lunes, septiembre 13, 2021

NO AHORA QUE AUN LOS NECESITABA

La casa estaba céntrica y tenía dos plantas, abajo estaba la cocina, la sala y el comedor y arriba las recámaras. A mis clases de inglés podía llegar caminando y cuando no me ganara la flojera podría caminar de ahí al trabajo, iba a ahorrar mucho en pasajes. Como Humberto, el esposo de Claudia, no estaba trabajando él cocinaría; Claudia y yo llegábamos a comer todo los días, nos hicimos aun más cercanos. Después de comer yo me iba a mi cuarto a dormir la siesta y ellos se encerraban en el suyo. 

Esa semana Adriana se enteró de que estaba viviendo con Claudia y trató de hacerme algún comentario, pero antes de que lo intentara la paré en seco. Me sorprendió que en lugar de hacerse la ofendida, como acostumbraba, me invitara al cine. Ese sábado sería mi cumpleaños y estaban re-estrenando en cines “El exorcista”; me mostré renuente pero me dijo que era una salida de amigos; como yo sí quería ver la película en pantalla gigante y no comulgaba con la idea de ir sólo al cine, acepté su invitación.

Ese sábado desayunamos todos juntos en la oficina para celebrar mi cumpleaños, llevaron tamales y atole. La sorpresa del día fue que el señor llegó cuando estábamos desayunando y cuando le dijeron que era para celebrar mi cumpleaños, en lugar de molestarse y decirnos que nos fuéramos a trabajar como acostumbraba, me felicitó. Todos empezaron con la burla de siempre de que me había felicitado “mi papá”. La sorpresa fue aún más grande cuando en la tarde su secretaria me dijo que había mandado comprar pollos asados para que comiéramos en la oficina, en honor a mi cumpleaños. Estábamos comiendo cuando él pasó a despedirse, dijo que tenía que irse al rancho. Me entregó una botella de whisky como regalo y ante las bromas de los compañeros me dio un abrazo de cumpleaños. Viniendo de él tanto detalle, no podía sentirme más especial.

Terminando de comer fui al cine con Adriana, no la pasamos mal pero prácticamente no hablamos, fue una sensación rara, demasiado familiar y a la vez demasiado lejana. Después de la película la acompañé a su casa, a la esquina, no quise llegar hasta su casa. Me dijo que debíamos hacerlo de nuevo, como amigos. Le dije que lo haríamos.

Al día siguiente mis roomies y yo hicimos tamales y galletas para celebrar mi cumpleaños y también para probar si la estufa funcionaba, nos dimos cuenta de que no eramos tan malos para la cocina.

Después de nuestra ida al cine Adriana y yo empezamos a salir con frecuencia, los sábados íbamos al cine o a caminar al centro y eventualmente volví a su casa, esta vez como su amigo. Su mamá me aceptó a la primera, a su hermano le dio gusto el volver a verme, yo también estaba feliz de verlos. Su papá y sus hermanos me veían con recelo, pero no importaba, así lo habían hecho siempre.

A Claudia no le parecía mi acercamiento con Adriana, me comentaba cosas de ella. Por salud mental opté por no hablar de una con la otra y viceversa. Con el paso de los días empecé a darme cuenta de que Claudia no mentía, en muchas ocasiones al llegar de trabajar nos encontrábamos a Humberto y a su amigo de la infancia en la casa, tomando y escuchando música. Ella molesta muchas veces se iba directo a su cuarto sin cenar, yo a veces me quedaba con ellos platicando, pero como al siguiente día me tenía que levantar temprano para irme a clase me iba a dormir y se quedaban ellos solos hasta entrada la madrugada.

Empecé a darme cuenta de que Claudia me estaba utilizando, se estaba refugiando en nuestra amistad para huir de los problemas en su matrimonio; me celaba demasiado y quería que yo tomara partido por ella en la relación con su marido, yo traté siempre de mantenerme al margen.

No quería pensar que el irme a vivir con ellos había sido una mala idea, no quería pensar que me había equivocado, que me había precipitado; no ahora que ya hasta había adoptado un gato, no ahora que aun los necesitaba.

lunes, septiembre 06, 2021

ME PODÍA FALTAR CUALQUIER COSA, MENOS ESO

Llegó marzo, el mes de mi cumpleaños. Me sentía un poco más animado, me iba bien en el trabajo, me iba bien en mis clases de Inglés, se podría decir que estaba haciendo algo con mi vida, aunque me inquietaba que los resultados no fueran inmediatos. El lado sentimental lo había pausado por el momento. Daniel había desaparecido de nuevo y cansado de tantas desilusiones, había desistido de la búsqueda de alguien más. Con todo y que, ahora con esa nueva cosa llamada “internet”, era más fácil. Ya había abierto una cuenta de correo y una vez a la semana iba a un ciber café a revisarla. 

Había encontrado páginas de chats y de contactos donde se podía publicar anuncios para conocer gente, y también se podía chatear en vivo. Como nunca había sido bueno para entablar conversaciones con desconocidos, o con conocidos; el chat se me complicaba esperando a que alguien diera el primer paso y me saludara. Había publicado también uno que otro anuncio, pero todos pedían foto a la primera y con mis inseguridades acerca de mi físico y mi persona eso tampoco se me facilitaba. Me conformaba con ir al ciber a bajar porno, lo malo es que en un disquete apenas y cabían unas cuantas fotos y ni soñar que cupiera un video.  

Mis romances habían pasado a ser platónicos. En el trabajo y en la escuela de inglés había candidatos por lo que yo sentía algo, en estos tiempos diría que eran mi “crush”. Tristemente para mi todos tenían en común que eran heterosexuales. Del que más me acuerdo es de “Adrián” un hermoso osito panzón, barbón y bigotón que era técnico y se encargaba de revisar y reparar los laboratorios fotográficos. Era de los pocos que se me acercaba y me hacía la plática en el trabajo. Presiento que él sabía que me gustaba y de cierto modo se aprovechaba de eso, frecuentemente me pedía anticipos de su nómina y yo no le podía negar nada. Me pagaba el favor con su atención y trayendome puerquitos, un pan tradicional, cada vez que pasaba por Zinapécuaro.

En casa con la inminente llegada del bebé sentí que ya no había lugar para mi, y me planteé seriamente la posibilidad de buscar un lugar en renta, un lugar donde tener privacidad, un lugar en donde pudiera recibir visitas. Creía que así tendría más confianza, y podría conocer más gente. Un día lo platiqué con Claudia y entusiasmada me dijo que me fuera a vivir con ellos, la casa donde vivían era de dos recámaras y tenían una disponible. La idea no me pareció descabellada, me llevaba muy bien con ella y su marido, la casa estaba céntrica aunque en un vecindario con mala fama, igual era una forma de empezar. Claudia me invitó a comer para que viera la casa y lo platicáramos con su marido, él estuvo más entusiasmado que nosotros dos con la idea, por lo que acepté. Ahora sólo era cosa de decírselo a Lis.

Hablé con Lis y supongo en parte pensando igual que yo, que ya era hora de que me fuera, no me dijo que no lo hiciera; empecé a planear mi mudanza. No tenía mucho que llevarme, nada más que mi ropa y mi TV Ah! y mis discos. Empecé por comprar mi cama y un mueble para la ropa. Hablé con mi hermana mayor y le dije que me vendiera la estufa que tenían en la casa donde vivíamos antes, como supuestamente iban a remodelar la casa supuse que no necesitarían los muebles. 

Al pensar cómo llevarme las cosas se me ocurrió buscar a Daniel, recordé que en ocasiones había ido a visitarme en una camioneta y además era el pretexto perfecto para volver a verlo. Le llamé y aceptó. Quedamos para ese sábado. Ese día pasó por mis cosas, después fuimos por la estufa, ya estando ahí me lleve también unos bancos de cocina y unos burós; me di cuenta que a pesar del tiempo que había pasado no habían remodelado ni arreglado nada, lo que hizo darme cuenta de que lo que no querían es que nosotros siguiéramos en la casa, me sentí decepcionado. Daniel fue tan amable como siempre, me ayudó a subir las cosas y después a bajarlas pero sólo me dejó en mi nueva morada y se fué, dijo que tenía un compromiso.

Así, ese 3 de marzo de 2001 empecé a vivir en la Colonia Obrera. En esos pocos años ya había vivido en Lomas del Tecnológico y en Lomas del Valle. Ese primer domingo en mi nueva casa fui con mis “roomies” al mercado y al super para comprar la despensa de la semana. No negaré que me agradaba el cambio y me entusiasmaba esta nueva dinámica. Lo primero que hice al terminar de instalarme fue ir a contratar la TV por cable, me podía faltar cualquier cosa menos eso.