lunes, septiembre 20, 2021

DE PRONTO SE PINTÓ DE NEGRO

Ese día me levanté temprano para ir a mi clase de inglés, me sentía algo inquieto y entusiasmado. El día anterior me había llamado el señor justo antes de salir de trabajar. Ese miércoles íbamos a despedir a un chavo de una de las sucursales, al señor siempre le gustaba revisar el cálculo que yo hacía de las liquidaciones para constatar que no me pasara de generoso, siempre me decía “Como no es tu dinero te encanta regalarlo”. 
El señor me llamó para decirme que no íba a llegar, había ido al rancho y se le había hecho tarde. Lo del despido lo íbamos a tener que posponer pues al día siguiente, ese miércoles, él y sus tres hijos viajarían al DF, íba a tramitar la visa de su hija y su hijo que eran menores de edad, y a renovar la del mayor pues tenían planeado un viaje a Estados Unidos. El señor en su llamada me dijo que me había mandado algo con Fer, que si no me lo entregaba se lo pidiera. No me dijo que era y la expectativa, como siempre pasaba cuando algo me producía expectativas, apenas y me dejó dormir.
Salí de mi clase de inglés, era una mañana agradable soleada pero fresca; una típica mañana de abril, justo antes de que empezaran los calores bochornosos de mayo. Decidí caminar por “la Madero” para llegar al trabajo. Iba disfrutando de la mañana y del paseo matutino cuando percibí un olor familiar, traté de identificarlo y me di cuenta que era el olor de la loción que usaba el señor. Volteé a todos lados para ver quién podía usar la misma loción, pero tan temprano la avenida aun estaba sola. Pensé que a esa hora el señor y sus hijos ya irían camino al DF. Sonreí sin darle más importancia al asunto y continué mi caminata.
Llegué a la oficina, la única que ya había llegado era la secretaria pues como venía de lejos siempre llegaba más temprano que el resto. Me hice mi café como de costumbre para comerme las galletas integrales que me había comprado en el camino y me dispuse a empezar mis labores del día.
Poco a poco fueron llegando los compañeros y al fin llegó Fer, subió a mi oficina y me entregó una caja, lo que me había mandado el señor era un escáner. Había empezado a trabajar en un proyecto para crear una imagen institucional para la empresa. Ya había convencido al señor de comprar playeras para uniformar a todo el personal de las tiendas y de la oficina, ahora había empezado a hacer gafetes. Le dije que necesitaba un escáner para digitalizar las fotos, las cámaras digitales entonces eran carísimas y prácticamente inaccesibles. 
A él todo aquello le parecían tonterías, de primera me dijo que no; pero en ese momento me di cuenta que mi insistencia había cosechado frutos. Pensé que si lo había podido convencer de eso, era cuestión de tiempo para convencerlo de que me contratara el Internet. Ya lo había convencido de que me cambiara la PC por una con un monitor a color, ya lo había convencido de que me comprara una impresora a color, ahora ya me había comprado el escáner. De verdad estaba empezando a creer que me veía como a un hijo, al menos me consentía como a uno.
Toda la mañana se me fue en instalar el escáner y en averiguar cómo es que funcionaba. Casi al medio día estaba con Claudia en mi oficina platicando cuando escuchamos sonar el teléfono, supusimos que era el Señor reportándose con su secretaria como lo hacía siempre que salía de viaje. De pronto empezamos a escuchar gritos, los gritos se hacían más fuertes y venían acompañados de llanto y lamentos. Claudia y yo bajamos corriendo las escaleras a la oficina del señor, en donde su secretaría había tomado la llamada, ahí estaba su secretaria con Fer, los dos pálidos, ella llorando a mares y él ya con los ojos rojos.
Como pudieron nos dijeron que la llamada había sido de la señora, que les había dicho que el señor había tenido un accidente en la carretera. Él y su hija habían muerto instantáneamente, sus dos hijos estaban golpeados pero ilesos. No puedo describir lo que sentí, nunca antes había sentido algo igual, nunca he vuelto a sentir algo igual. El mundo, mi mundo se derrumbó. Ese día, ese miércoles que había empezado tan bien, ese día típico soleado y fresco de abril, de pronto se pintó de negro.

No hay comentarios.: