lunes, septiembre 06, 2010

Reunion,

El viernes fue cumpleaños de uno de los sobrinos, de áquel que cuando empezaba a hablar me decía tíos Caos; ese día cuando llamamos para felicitarlo nos enteramos de que tenían pensado hacerle una comida para celebrarlo el día de ayer; y el viernes a última hora la tía, la prima y yo decidimos que haríamos acto de presencia en la comida.

Así que ayer muy temprano partimos rumbo a Celaya, obvio que yo iba tratando de controlar las emociones y evitaba pensar que iba a ver a mi PP después de 3 semanas y que no se me notara en exceso el entusiasmo, por qué? Lo mismo me pregunto yo. Llegamos a las 11 de la mañana y después de saludar y tal nos pusimos a desayunar, la suegra nos hizo sus ricos chilaquiles. Después de desayunar descansamos un rato, vimos la TV y a las 3 fuimos por mi PP a su trabajo. Al verlo me olvidé de todo lo que estaba tratando de controlar, creo que se me iluminó la mirada y hasta me cambió la cara y me di cuenta de que lo había extrañado más de lo que estaba dispuesto a reconocer. Fuimos a comprar unas cosas para la comida, pasamos a comprar el pastel y nos regresamos a la casa.

El cuñado y su esposa ya estaban cocinando y nosotros nos pusimos a chismear, había mucho en que ponerse al día, mucho que no se puede decir ni en 50 mensajes diarios. De pronto empezó a llover y la tarde no pudo ser más perfecta, que rico es llegar a casa y sentirse en casa. Toda la tarde nos la pasamos platicando, bromeando, jugando con los sobrinos y no nos hizo falta nada más para pasarla bien. Ya entrada la noche todos nos fuimos a dormir, y constaté lo mucho que había extrañado a mi PP, hacía mucho que no descansaba tan bien, después de cansarnos un poco...

El Domingo mi PP me sorprendió con la novedad de que ya sabe cocinar, bueno al menos hacer licuados, así que mientras yo preparaba el desayuno él hizo su licuado y le quedó bastante bueno por cierto. Después de desayunar nos acostamos en la cama, como en los viejos tiempos cuando todavía íbamos de visita de Morelia, y platicamos tan a gusto, y nos echamos una siesta tan agradable, que sólo nos despertamos cuando nos hablaron para decirnos que ya casi era hora de comer.

Después de comer empezó lo difícil, empecé a hacer mi maleta y a recoger las cosas que me iba a traer, mientras los demás jugaban cartas. De nuevo empecé a bloquearme y a tratar de no pensar en la despedida, y me funcionó bastante bien hasta que ya estábamos en el carro y vi a mi PP y a la suegra parados en la puerta y me di cuenta de que ellos se quedaban y yo me iba, y por más que traté de seguirme controlando no pude y se me salieron las de cocodrilo. Me di cuenta de que así se concluyó una era, de que así se cerró esta etapa que inició hace ya 3 años cuando nos fuimos a vivir para allá, 3 años en los que su familia se ha convertido en mi familia al punto en que me atrevería a decir que esa relación continuará y será independiente a la que tenemos mi PP y yo.
Y no, mis lágrimas no eran de tristeza, no se debían a que ya me había arrepentido de mi decisión y quería quedarme, eran simplemente la respuesta natural a lo emotivo del momento, eran el desahogo de tanta emoción reprimida.

Sé que así como se termina una etapa otra está empezando, eso me emociona y me entusiasma, porque esta vez para iniciar una etapa no tuve que cortar de tajo con todo lo que me ligaba a la etapa anterior, como lo hice en ocasiones pasadas; porque sé que aunque quizá de principio no pueda ver a mi familia tan frecuentemente como me gustaría, llegará un momento en que los vea cada fin de semana y mientras tanto estaré con otros miembros de mi familia con las que también tengo una relación excelente y las que me están ayudando a que este trance no resulte todavía más difícil. En cuanto a mi PP es verdad que últimamente teníamos serios problemas de comunicación, de intolerancia, es verdad que por mi parte hubo días en los que después de una discusión sin sentido llegué a pensar que hasta ahí había llegado todo; pero ayer que lo volví a ver después de tanto tiempo separados me di cuenta de que esto es real, que esto que tenemos vale la pena, que aún lo amo y que todavía es posible seguir con nuestros planes y sueños de vida juntos; y sí, quizá en un futuro no muy lejano volvamos a estar juntos, nos reunamos aquí, como lo imaginamos hace ya algunos cuantos años.

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