Déjà Vu

Ahora resulta que si uno tiene déjà vus de manera constante no es precisamente por una cosa mística, no es la espiritualidad de nuestra alma que se ha liberado del peso opresor del cuerpo y nos está empezando a permitir recordar vivencias de vidas pasadas; más bien es que tenemos algún desorden mental que puede estar relacionado con la esquizofrenia, o sea que nuestro cerebro tiene un mal funcionamiento, una falla, un desperfecto, que estamos locos vaya. Lo que me faltaba.

Lo bueno es que yo últimamente ya no los he tenido, ahora tengo flashbacks, muchos, demasiados, en exceso. Sobre todo ahora que por fin fui a Morelia a hacer mis exámenes. Desde que salí de la central empecé con los recuerdos, cada calle que pasé me recordó algo; y es que ahora si me recorrí casi toda la ciudad. Me sentí raro pues muchas cosas no han cambiado, fue como si apenas hubiese estado ahí, cuando en realidad no iba desde noviembre del año pasado. Es bueno ver que algunas cosas no cambian, que algunas cosas no se olvidan y es que creo que se necesita mucho más tiempo para olvidar casi 10 años de pasar por los mismos lugares, de recorrer las mismas calles, de usar el mismo transporte. Es una sensación tan familiar, tan agradable, es como tener ese sentido de pertenencia, de seguridad. Había olvidado lo linda que es mi Morelia en estas fechas, aunque lo es en todas fechas, con los jardines llenos de verdes árboles, con ese clima tan agradable. Fue reconfortante volver a ver esos lugares que significaron tanto en mi vida, el pasar de nuevo por ese mi boulevard favorito, ese que caminé tantas, tantas, tantas veces y ver que sigue igual de verde, igual de hermoso.

Y por otro lado darme cuenta de que no es el lugar lo que extraño, no son las calles, no son los verdes jardines, no es el clima agradable, extraño a esa persona que era yo viviendo ahí, me extraño a mi, extraño los sueños, las expectativas, las ilusiones, la independencia, extraño mis rutinas, extraño hasta las cosas que odiaba, como que amaneciera lloviendo con mucho frío y al medio día ya no aguantara la ropa, como el llegar a una casa en la que no había nadie más que yo, extraño hasta a mi soledad; y no puedo evitar que me inquiete lo que el extrañar tantas cosas pasadas pueda decir de mi presente. Creo que sigo dando vueltas en círculos.