Ni soy el mismo, ni estoy igual.

Hace ya un año que empecé a ir a terapia y ayer en mi penúltima cita antes de que la Gaynor me de de alta, hicimos un balance y llegamos a la conclusión de que no soy el mismo de hace un año. Ha habido muchos cambios, al fin me estoy aceptando tal y como soy, al fin estoy superando y enfrentando muchos de mis miedos, al fin cambié mi forma de verme y de ver a los demás, al fin estoy dejando de crearme expectativas con las personas y las situaciones.

Y ayer precisamente lo volví a comprobar, la única forma de vencer a los miedos es enfrentándolos. Y aunque me cuesta un...mucho decidirme, al final vale la pena, pues después independientemente del resultado, me siento tan bien, me siento con un gran peso menos y veo las cosas más claras, veo más soluciones, veo más posibilidades, veo más caminos.

Al fin estoy seguro de lo que quiero, al fin estoy seguro de mi mismo, al fin entendí que no siempre voy a estar bien pero no siempre voy a estar mal, al fin entendí que tengo todas las herramientas para obtener lo que quiero, al fin comprendí que si algo no me gusta y lo puedo cambiar no tengo por que aceptarlo, al fin entendí que puedo hacer todo lo que se me de la gana, que nadie más que yo me lo impide y que está en mi el que deje de impedírmelo. Al fin entendí que todo lo que necesito está en mi y que nadie más me lo puede dar.

Me siento aliviado, me siento relajado, me siento satisfecho, me siento orgulloso de mi mismo, me siento feliz y por qué no sentirme así?

Yo por mi parte llegué a otra conclusión, y es que tampoco soy el mismo físicamente, en este año he subido varios kilos y eso no me gusta, la ropa ya no me queda y con el trabajo que me costó bajar esos 15 kilos no voy a permitir que vuelva a pasar, así que tendré que decirle adiós a los refrescos y las harinas y a comer de nuevo frutas y verduras, además estoy a medio paso de los 30 y es momento de aceptar que “no voy a poder tragar garnachas toda la vida”.