Este fin de semana nos fuimos al DF, esta vez no fue para ir a un concierto, a una obra de teatro o a un partido de fútbol, esta vez no necesitamos pretexto, esta vez fui con él a acompañarlo, esta vez fui a hacer cosas de su familia, no porque ya estaba allá y ni modos de no invitarme, esta vez fue diferente.
Afortunadamente mi buena estrella, buena suerte o lo que sea se hizo presente de nuevo y la pelea del viernes en la mañana no arrojó consecuencias que lamentar, al contrario, creo que nos unió aun más, creo que me di cuenta de lo mucho que lo he llegado a amar.
Y me sentí bien, me sentí bien de que se me tratara como parte de su familia, de que se solicitara mi opinión en asuntos familiares, me sentí bien de escucharlo hablando de “nosotros”, me sentí bien de escucharlo haciendo planes en los que estamos los dos, y aunque hoy el cansancio de las caminadas y de las desveladas me tengan como zombie y hoy ni el café me haya echo efecto para quitarme el sueño, este fue un fin de semana inolvidable, este fue un fin de semana en el que me senti feliz, incluso a pesar de mí mismo
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