It is autumn already

Este año llegó puntual, el sol ya no quema y el calor que le queda se compensa con un aire frío que refresca la mañana y tarde y que congela las noches. La prueba de fuego fue el lunes pasado que mi PP descansó y nos fuimos a los honores de los niños en la escuela porque el conse iba a salir en la escolta y el favorito iba a ser el maestro de ceremonias; nos levantamos antes de las 7 de la mañana, todavía estaba oscuro y hacía tanto frío que me tuve que poner sweater y bufanda. Después nos fuimos a dar una vuelta y regresamos a la hora de la salida para llevarnos a los pekes a la casa y aunque salió el sol no me quité ni el sweater ni la bufanda en todo el día.

Hoy inicia el que siempre ha sido mi trimestre favorito del año, lo malo es que se acabe tan rápido. Me encanta el clima, las festividades, la programación en la TV, el paisaje natural y tengo tantos, tantos recuerdos de cosas que me sucedieron y que hice en estos meses; eso es lo malo que de repente me dan ataques de nostalgia, de añoranza por otros tiempos no mejores pero si pasados, si vividos, si disfrutados, si gozados, si irrepetibles.

Añoranza por cosas tan ilógicas como un trabajo que no me gustaba, la convivencia con personas que me pagaron mal, la amistad de personas que me defraudaron, la cercanía con otros a quienes quise y no supieron corresponder a ese cariño, la soledad de una casa en la que no me gustaba vivir solo. Es verdad, a la larga las cosas malas ya no lo parecen tanto, como que uno pierde la objetividad y uno recuerda solo las cosas buenas y como que la mente disfraza las malas, pero si uno se esfuerza puede recordar que entonces las cosas no estaban tan divertidas y que si uno las recuerda así es porque ya pasaron.