Lo de inventar historias, desde entonces, no era un problema para mí, había vivido tanto tiempo jugando a no ser yo, ya tenía experiencia. Fui a la escuela por mis papeles, hice mi registro en la prepa abierta y compré mis primeros dos libros, había que probar primero con dos. A mis padres les dije que el cambio de escuela no se había podido hacer, que por algún error los papeles no los habían mandado a tiempo, que tenía que esperarme un año para volver a inscribirme.
Su cara de decepción y frustración de nuevo se llenó de orgullo cuando les dije que ya tenía la solución, les platiqué lo de la prepa abierta y lo de conseguir trabajo. Me dijeron que mientras siguiera así de animado estaba bien, ya no querían verme triste y llorón como lo estaba ahí. Ellos por su parte habían empezado un negocio, mi padre puso una tienda donde vendía frutas y verduras, mi madre iba a vender pollos, me dijeron que si el negocio prosperaba podía contar con ellos. Me sentía una cucaracha, pero nada que no hubiera sentido antes.
A mi hermana le dio igual, hasta le convino el
cambio. Por las mañanas saldría a buscar trabajo y estudiaría, por las tardes
cuidaría al sobrino, ahora si todo los días; ya no tendría que llevárselo al
trabajo, para que yo fuera a hacer trabajos en equipo.
Mi optimismo duró poco, compraba el periódico pero los anuncios eran escasos, escuchaba la radio para ver si salía algo, nada. Fui a algunas entrevistas pero me rechazaban por mi edad, y por no haber terminado la prepa. En la escuela hice los primeros exámenes, los pasé. Compré ahora cuatro libros. Uno de ellos de inglés. No entendía nada, literalmente. Me temía que para estos si iba a necesitar ayuda. Fui a la asesoría, no explicaban nada sólo contestaban las dudas que uno tenía, ¿Cómo decirles que mi duda era el libro entero? Fui a hacer dos de esos exámenes, me fue tan mal que no volví ni por los resultados.
En ese tiempo empezaron a mandar a mi hermana con más frecuencia a viajes de trabajo, volvía una o dos veces a la semana sólo a dormir y a dejar un poco de dinero. Ahora tenía que llevar a mi sobrino temprano a la escuela, recogerlo y en el intervalo hacernos de comer, limpiar la casa, ir al mercado y todo lo demás. Dejé la búsqueda de trabajo a un lado e hice del trabajo de “amo de casa” mi actividad de tiempo completo.
Un día tocaron a la puerta y para mi sorpresa era
el papá de mi sobrino, el cuñado incómodo.
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