Con el paso de los meses las aguas se calmaron y la señora tuvo que tomar el timón del barco. Como yo ya había trabajado a sus órdenes directas no me costó mucho acoplarme y contar de nuevo con su confianza. Empezó a tomar cursos de dirección y liderazgo, lo que me hizo entenderla un poco como la mujer que vivió toda su vida a la sombra de su marido, quien siempre la demeritó y la hizo sentir menos.
El junior parecía niño con juguete nuevo tratando de poner en práctica lo que había aprendido en la universidad, en su empresa recién heredada sin saber en realidad lo que estaba haciendo. Para mi él era el responsable de la muerte de su papá pues nadie me quitaba de la cabeza que, si él no hubiera ido manejando ese día, probablemente la historia sería diferente. Desde un inicio me encargué de dejarle en claro con mi actitud que jamás lo vería como jefe, y al parecer él así lo entendió pues en mi área no se metió. La familia así como llegó empezó a alejarse y todos retomamos las actividades que teníamos, únicamente con la supervisión de los amigos del Junior que ésos sí se quedaron.
Yo iba avanzando en mis clases de inglés sin embargo llegó un punto en que ya no se iba a abrir el curso siguiente en forma diaria, por lo que le solicité a la señora me permitiera los sábados trabajar en las tardes en lugar de las mañanas. Estaba tan entusiasmada y se veía tan identificada con mis ganas de seguirme superando que aceptó el cambio, empezaría a trabajar los sábados de 2 a 7 de la tarde.
Mi relación con Adriana fue mejorando inversamente proporcional a mi relación con Claudia, con quien cada vez tenía más problemas. Prácticamente una vez a la semana se peleaba con el marido y trataba de ponerme en medio, yo tratando de no tomar partido me mantenía al margen hasta un punto en que la relación se volvió insoportable y tuve que ponerle un alto. Terminamos peleándonos y al recordarme que estaba viviendo en SU casa supe que era hora de irme de ahí, aunque apenas habían pasado 5 meses de estar viviendo juntos.
Mi sobrino nuevo ya había nacido y sabía que volver a casa de mi hermana era impensable por lo que con el apoyo moral de Adriana y con mi “ingreso extra” decidí buscar un lugar por mi cuenta. Empecé a buscar lugares en el periódico y a la hora de la comida iba con Adriana a verlos. Un día me comentó que álguien le había dicho había un letrero de “Se renta” en un lugar muy cercano a la oficina, por lo que fuimos a verlo.
Al llegar noté que el lugar no me era desconocido, ya había pasado muchas veces por ahí y siempre volteaba a verlo por el letrero que había en la planta baja que llamaba mi atención “Club cinegético de Morelia”, siempre me había preguntado qué significaba eso. El lugar en renta estaba en el segundo piso, era un tipo estudio con espacio de recámara-sala-comedor con un espacio para la cocina y un pequeño recibidor. Estaba un poco descuidado y sólo tenía medio baño, el de regadera estaba en la planta baja. La ventaja es que estaba a escasas cuadras de la oficina y del centro, a mis clases de inglés también podía llegar caminando, además de que la renta la podía pagar sin problemas. Pensé que con un poco de pintura y amueblado el lugar no quedaría tan mal, por lo que hice el contrato para rentarlo. Ya podía darlo por hecho, el 15 de Agosto me iría a vivir solo, completamente solo.