lunes, agosto 31, 2009

Niño malo!!!

Creo que ya me he acostumbrado a lo bueno y por eso ya no me sabe igual, estoy empezando a perder el gusto por lo que tanto me gusta; me estoy comportando otra vez como ese niño caprichoso que hace rabietas por el juguete nuevo hasta que lo obtiene, y una vez que lo obtiene lo desecha y quiere algo más.

Dícen que los hijos únicos son egoístas, caprichosos, berrinchudos, obstinados, antisociales, que no saben compartir, que son envidiosos, egocéntricos y demás; lo irónico de mi caso es que teniendo taaaaantos hermanos, yo tenga todas esas "cualidades".

Sin pretensiones

Últimamente me he sentido ausente, extraño, fuera de mí, me siento como la chacha de pueblo que llega a la ciudad “no mi hallo”. Me siento desleal, deshonesto, por pretender que no pasa nada, que todo está bien, que soy feliz, que nada me hace falta, que no querría ni cambiaría nada.

Es triste darme cuenta, es triste que me esté empezando a resignar a que la felicidad, es algo que conoceré únicamente pretendiendo que la conozco, estoy cansado de tantas pretensiones, y lo más triste es que no sé vivir de otra manera.

Quizá es cierto que uno es lo que es, que uno nunca cambia realmente, por más que uno trate, por más que uno se esfuerce; quizá todo se deba a que pretendí que había cambiado, pretendí que quería cambiar, quizá sea hora de aceptarme tal cual, y dejar de pretender que ya lo he hecho.

Quizá al final terminaré haciendo lo de siempre, quizá al final yo, como el escorpión de la fábula, termine picando a la rana que me carga aunque eso implique que ambos nos ahoguemos, por el simple hecho de que eso es lo que yo hago, esa es mi naturaleza, ese soy yo, sin pretensiones.

Del fin de semana

El viernes me fui a Morelia a hacer otros dos exámenes, con esos se acabaron los costos pero ya empezaron las auditorías, y son 6, lo bueno es que son las últimas seis. Me reconfortó el hecho de saber que en los dos pasados exámenes que presenté me fue bien, bastante bien de hecho, considerando que algunas de las respuestas me las saqué de la manga y no tenía idea alguna de lo que me preguntaban, pero una vez más mi talento natural para el choro y el cantinfleo me ayudaron a salir bien librado de ésta; ya sé que eso no habla bien de mi como futuro profesionista, sin embargo ya he dicho que no me interesa aprender, al menos no en esta escuela, sino el mugre papelito ese que espero de algo me servirá.

El sábado fue el cumpleaños de una de las sobrinas, pero como su madre no es tan apegada a la familia, por circunstancias y cosas de la vida que no viene al caso ventilar, la fiesta estuvo muy sencilla, no hubo muchos invitados, de hecho ni siquiera estuvieron los de siempre pues del DF sólo vino la prima y la tía porque los otros tíos ya tenían compromiso previo, y aparte de la familia estuvo la familia política del cuñado y unos compadres de la cuñada. Aun así la fiesta estuvo muy divertida, quizá se debió a que ahora no tuvimos mucho que hacer y pudimos disfrutarla. La suegra hizo su famoso mole que le queda riquísimo, y convivimos toda la tarde, noche y parte de la madrugada, así, en familia, la verdad me la pasé muy bien.
El domingo nos juntamos para el recalentado e hicimos lo de siempre comer, jugar, comer, estar en el chisme, comer, estar en el chisme, comer y jugar. Esta vez las visitas del DF se fueron temprano pues como el carro se le descompuso a la prima se vinieron en autobús. Después de que se fueron todos, nos pusimos a jugar video juegos con el sobrino consentido y después a ver la TV hasta que fue hora de dormir.

viernes, agosto 21, 2009

Con los ojos cerrados

La próxima vez lo pensaré dos veces antes de dudar de ella. Y es que la última vez pensé…no sólo lo pensé también lo dije, que no creía que pudiera superar lo que había hecho ese día, en ese lugar. Pero el sábado cuando la cosa ya iba como a la mitad, me dieron ganas de tomar una piedra y romperme el hocico como el indio Tizoc cuando hizo sentir mal a la niña María.

Y es que el concierto estuvo genial, increíble, de ensueño, no tuvo abuela, madre o pariente alguno, fue simplemente E-S-P-E-C-T-A-C-U-L-A-R. Abrió con Dr. Psiquiatra, con todos los bailarines ataviados con “camisas de fuerza” de colores fosforescentes que contrastaban con la poca iluminación del auditorio, y desde ese momento ya no me pude sentar, ni dejar de cantar; cantó un éxito tras otro, tras otro y tras otro hasta cerrar con ella y nosotros cantando "5 minutos". Esta vez el concierto duró menos en tiempo, pero cantó más canciones y no escatimó en producción, es cierto que hubo menos pirotecnia pero tuvo más cambios de vestuario y más coreografías.

Mis momentos favoritos de la noche fueron: cuando se quedó sola en el escenario, se sentó en una silla y nos deleitó con su interpretación de “Como si fuera la primera vez”, eso si me puso la emoción a flor de piel, y casi, casi me saca una de las de cocodrilo. Otro fue cuando cantó “Tu ángel de la guarda” sostenida por un arnés en el aire. Otro fue cuando cantó “El recuento de los daños” y se podía escuchar al auditorio entero cantando con ella. Pero cuando si se escuchó al auditorio entero cantando fue cuando después de que cantó “El favor de la soledad” nos pidió que hiciéramos lo propio y todos los asistentes nos la aventamos a capela, eso estuvo sensacional.
En este también hubo muchos famosos, entre los que pudimos reconocer estaban Diego Verdaguer y su greñuda y talentosa esposa, Pedro Torres, el hijo de chespirito con su novia, Mayte Perroni, Aurora de "Aurora y la academia", el argentino güero que sale en la telenovela de las 9, un cheff bastante guapo que tenía una sección en un programa de las mañanas y que ahora anuncia revistas de cocina y otras actrices de TV Azteca que no conozco por nombre.

Para mí este ha sido el mejor concierto al que he asistido…hasta hoy, ya veremos como lo hace la próxima vez.

Fin de semana de antaño.

Llegamos a la central a las 11 de la mañana, la prima y la tía fueron a la central por nosotros y nos fuimos a desayunar al tianguis de la colonia, yo tenía antojo de tostadas de camarón y me cumplieron el antojo. Después fuimos a visitar a sus padrinos a Cd. Azteca porque les llevamos algo que les había enviado la suegra, pasamos a saludar a unos de sus tíos que viven por el rumbo, pasamos a su casa pero como su papá estaba en su trabajo no pudimos entrar, sólo la vimos por fuera. Nos regresamos a la casa y nos fuimos a dar una vuelta al tianguis, nos compramos una que otra cosilla y nos regresamos a arreglarnos para lo del concierto, obvio que antes nos tomamos una siesta. A las 6 salimos rumbo al auditorio porque antes teníamos que pasar a la central a recoger a un amigo de mi PP que también iba al concierto. Llegamos justos para entrar a tiempo pues íbamos llegando a la entrada cuando dieron la segunda llamada y aparte empezó a llover, y con las filas que habían para entrar nos tocó mojarnos un poco.
Después del concierto nos fuimos a la casa por la tía y salimos a cenar, mi PP tenía antojo de tacos así que le cumplimos el antojo, regresamos a la casa, nos tomamos el cafecito y nos dispusimos a dormir.

El domingo nos levantamos…nos levantaron antes de las 10 de la mañana, y como fue cumple de mi PP y de la prima en la semana, la tía nos invitó a desayunar, los cumpleañeros eligieron “El portón” y fuimos al que queda cerca de la casa. Después de ahí nos fuimos al centro, y es que la tía le quería regalar de cumpleaños a la prima su serie favorita, y como nosotros conocemos un lugar en donde las venden más baratas, nos pidió que la lleváramos. Ya estando ahí la tía le compró su serie a la prima, y a mí mi PP me compró tres temporadas más de “Los Simpson”.Nos regresamos a la casa a dejar a la tía y nos fuimos a Texcoco, pues la cuñada nos encargó que buscáramos una compu para los sobrinos, así que aprovechamos ese pretexto para ir a conocer la plaza que la compañía para la que trabaja la prima tiene en Texcoco. Como ahí no encontramos nada nos regresamos a Plaza Tepeyac, en donde tampoco encontramos nada y decidimos regresarnos a la casa pues ya era tarde y no habíamos comido.

El lunes también nos levantamos temprano y nos fuimos al centro con la tía, pues el cuñado nos encargó que le compráramos una mochila para su pequeña y la tía nos dijo que en el centro conocía un lugar donde estaban baratas y buenas. Llegamos al lugar y vaya que estaban baratas, tanto que hasta yo me compré otra. Saliendo de ahí nos fuimos a caminar por las calles del centro, aprovechamos para comprar algo de papelería para la tienda de la suegra y caminando llegamos a los tacos esos a los que vamos siempre que andamos por ahí, y hemos ido tantas veces que ya hasta la dirección me aprendí están en la esquina de Regina y Jesús María. De regreso a la casa pasamos a visitar a los otros tíos, donde nos ofrecieron de comer pero como acabábamos de comer los tacos solo aceptamos un vaso de agua fresca. Estuvimos un ratito con ellos en el chisme y nos regresamos a la casa, donde nos pusimos a hacer las maletas y después a ver la TV mientras esperábamos que la prima llegara de trabajar y nos llevara a la central. Para mala suerte ese día se le hizo tarde y por estarla esperando terminamos saliendo en el autobús de las 10:00, lo bueno es que como el cuñado es la buena onda en persona, no le importó ir por nosotros a la central a la 1 de la mañana que llegamos a la central.

Este fue un fin de semana de esos de los de antes, uno de esos que hace mucho no teníamos, lo disfruté y me divertí como hace mucho no lo hacía.

martes, agosto 11, 2009

Añoranzas

Hubo una época en la que añoré los tiempos de mi niñez, en los que mi única preocupación era que el día duraba muy poco y la noche me impedía seguir jugando en la calle con los niños de la cuadra o trepándome a los árboles del patio.

Añoré los años de la secundaria, cuando mis únicas dos preocupaciones eran, la primera que las horas de escuela eran muy pocas y no bastaban para todo lo que tenía que hacer y platicar con mi mejor amigo, los primeros dos años; así como tampoco bastaban, el tercer año, para ingeniármelas y buscar la manera de estar el mayor tiempo posible junto a aquel chico que hizo que mi corazón latiera más rápido por primera vez, cuya imagen y aroma si a estas alturas no se me han olvidado, supongo jamás se me olvidarán. Y la segunda era terminar la tarea llegando a la casa, sin importar lo tarde que me durmiera con tal de poder levantarme hasta tarde al siguiente día.

Añoré los tiempos del primer enamoramiento o primera ilusión, las cosas que sentía cada vez que lo veía, las cosas que hacía para estar aunque fuese un momento a su lado, los suspiros que me arrancaba con sólo dirigirme una mirada o una sonrisa, las cosas que me imaginaba cuando me saludaba o por accidente me rozaba con su mano.

Añoré los tiempos de la preparatoria, cuando lo que me ocupaba era sacar ventaja de mis recién descubiertas habilidades para el liderazgo y la manipulación, y utilizarlas para alborotar al grupo y demostrarle a la subdirectora que yo podía más que ella, con todo y sus amenazas, sus reglas absurdas y la cara de toro de lidia que ponía cada vez que me veía.

Añoré el tiempo en el que llegúe a vivir a Morelia, las expectativas que provocaba el descubrir una nueva ciudad, el cambiar de ambiente, de aires, de realidades. El convivir con mi hermana, con mi sobrino recién nacido y hasta con mi cuñado, el experimentar otras cosas, el pensar que ahora sí nada podía detenerme.

Llegué a añorar los primeros años de mi primer trabajo, cuando tenía tantos buenos amigos a los que, para no variar, nunca volví a ver. Recuerdo todo lo que hacíamos para que las ocho horas que teníamos que pasar en la oficina no se sintieran tan pesadas, los desayunos de los sábados, las fiestas de cumpleaños, las comidas en mi oficina.

Ahora empiezo a añorar otro tiempo, los primeros meses en mi última casa en Morelia, el sentimiento de satisfacción cuando terminé de amueblarla a mi gusto, la sensación de bienestar, de independencia, lo bien que se sentía el llegar de la calle a “mi casa”, aunque la casa estuviera sola. Recuerdo las tardes de los sábados cuando llegaba de la escuela y me tiraba en el sofá a ver la repetición de “Aquí no hay quien viva” o alguna de mis series y películas favoritas; recuerdo los domingos de hacer el “quihacer” y la lavandería. Sobre todo añoro mis cosas, mi espacio, myself.

Pensé que algún día la añoranza se iba a acabar, pero parece que no, parece que con la edad se agrava, quizá se deba a que cada vez hay mas cosas que añorar.

Don't wanna think about it.

Y es que por primera vez dudé, por muy confundido que hubiese estado nunca había dudado, y esta vez lo hice; me pregunté si realmente hice lo correcto, si tomé las decisiones adecuadas, si no hubiese sido mejor esperar a que las cosas sucedieran por si solas y no empecinarme en que fuesen como yo quise que fueran.

Y me pregunté que habría pasado si, que habría pasado si me hubiese tranquilizado, si me hubiese dedicado a disfrutar un poco más del momento que estaba viviendo, en lugar de concentrar mi atención y mi energía en lo que quise que pasara.

Me pregunté si, de ho haber sido como fue, como es, en realidad hubiese sido tan fatal como me lo planteaba, como me lo imaginaba, como lo pensaba, o si se me habría pasado a los pocos días y hubiese continuado con mi vida.

Pero lo peor del caso es que desee regresar a ese momento y tomar el otro camino.

Pero lo grave del caso es que dudé de un futuro juntos, dudé de nuestros planes, dudé de si eso es en realidad lo que quiero, dudé de si seré capaz de llevarlos a cabo.

Y no, no es que me arrepienta de lo que hice, no es que reniegue del lugar en donde estoy, no es que me lamente de las decisiones tomadas, es sólo que la realidad nunca es como nuestras fantasías.

Espero que sólo sea una fase, que sea sólo una inevitable etapa y, de ser así, espero que no dure mucho, espero que pase pronto, porque no quiero ni pensar en lo que podría llegar a suceder.

Don't wanna talk about it

El jueves fui a Morelia a presentar mis siguientes dos exámenes, ahora si ya terminé con las contabilidades, aunque todavía me faltan dos costos...pero no quiero hablar de eso.